viernes, 23 de septiembre de 2011

Algunos apuntes sobre la experiencia de “La hora de los hornos”

Por Octavio Getino.

(Publicado en “Caras y Caretas”, Buenos Aires, septiembre 2011)

En el origen de “La hora de los hornos” estuvo la circunstancia histórica y política que nuestro país atravesaba –con las consabidas y repetidas dictaduras cívico-militares- que se sucedieron tras el derrocamiento del gobierno democrático de Perón. En lo específico cinematográfico local, un factor que incidió fue el  encuentro  que  tuvimos un  grupo  de cineastas para intentar  realizar en 1965 un largometraje de ficción (“Los que mandan”). Formábamos parte cineastas y críticos, como eran Alberto Fisherman, Agustín Mahieu, Horacio Verbitsky, Fernando Arce, el realizador italiano Valentino Orsini, Fernando Solanas y quien esto suscribe. El proyecto fue censurado y  rechazado por el Instituto de Cine durante el gobierno de Illia por sus contenidos críticos sobre la situación política de aquella época.  El grupo se desintegró y quedamos Solanas –realizador de algunos cortometrajes y por entonces dueño de una pequeña empresa de cine publicitario- y yo, que venía de una experiencia político-sindical en la Resistencia en los años 50, y que había realizado un cortometraje documental (“Trasmallos”). Contribuyó a ese encuentro el hecho de haber obtenido el año anterior un premio al mejor cuento en el concurso realizado por la revista “El escarabajo de oro” –compartido con Rozenmacher, Piglia y Briante- y haber logrado también en ese año el Premio Casa de las Américas en el género libro de cuentos (“Chulleca”).

Junto con Solanas acordamos realizar un film documental que describiese críticamente la situación que vivía la Argentina, intentando con ello aportar también –más allá de su carácter testimonial y denuncista- a un tratamiento innovador en materia de estructura  y narrativa fílmica. Ya no se trataba sólo de recurrir a imágenes testimoniales para denunciar una situación social, sino de inscribir también en el film a los protagonistas del cambio (militantes sindicales, barriales, estudiantiles, intelectuales, políticos, etc.) con el fin de abrir un dialogo participativo con los actores-espectadores del mismo. Cine de militantes para militantes –en particular las nuevas generaciones- que luego pasó a ser bautizado en las sucesivas elaboraciones teóricas como “Tercer Cine”, “Cine Acción”, “Cine Liberación”, etc.

Recién cuando el proyecto entraba en su etapa final, poco antes del asesinato del Che en Bolivia, decidimos ponerle como título “La hora de los hornos”, en homenaje al acápite de su último mensaje, cuando él recurrió  a los versos de José Martí para sostener: “Es la hora de los hornos y no se habrá de ver más que la luz”.

Pero lo que tal vez convenga destacar en aquella experiencia no fue tanto la relacionada con la producción y realización de la misma, sino la que tuvo lugar con el uso militante por parte de  miles de compañeros en distintos lugares del país, que arriesgaron mucho de sus vidas en esa labor –existió una Coordinación de los Grupos de Cine Liberación-, sea en la organización de los actividades de exhibición o en la promoción política del film. Sin ellos “Cine Liberación” y “La hora de los hornos” hubieran pasado tal vez al olvido. Es más, no se estaría hablando hoy de ese tema, por más que el film hubiera tenido en su momento una importante repercusión en la crítica cinematográfica de otros países.

En ese sentido cabe destacar la cooperación recibida por parte de figuras intelectuales como, entre otros,  Juan José H. Arregui, Rodolfo Walsh u Horacio Verbitzky (estos dos últimos promotores del proyecto de un “Cineinformes de la CGT de los Argentinos” que realizamos poco después con Gerardo Vallejo y Nemesio Juárez) o de cineastas como los que participamos en el grupo “Realizadores de Mayo” para homenajear el “Cordobazo”, y que integramos, entre otros, Gerardo Vallejo, Pablo Szir, Lita Stantic, Jorge Cedrón, Rodolfo Kuhn, Humberto Ríos, Nemesio Juárez, Rubén Salguero, Eliseo Subiela y Catú. Y por sobre todo, los otros innumerables y anónimos compañeros que arriesgaron lo que tenían en cada exhibición. Algunos de los cuales fueron asesinados o desaparecidos por la dictadura y otros aún, los sobrevivientes, prosiguen de una u otra manera en la tentativa de un cine y una cultura que nos exprese en nuestra identidad nacional y latinoamericanista.
En resumen, “La hora de los hornos” fue el inicio de un proyecto –continuado luego con los documentales históricos  que realizamos en el 71 con el Gral. Perón- y  que aún prosigue, en esta  etapa del audiovisual nacional, con las múltiples y diversas  miradas de muchos de quienes integran las nuevas generaciones de cineastas.

lunes, 5 de septiembre de 2011

"El Familiar" en IncaaTV

El flamante canal de TV dependiente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) ha comenzado a incluir en su programación de cine argentino, latinoamericano y de calidad de otras partes del mundo, el largometraje de ficción "El Familiar" que dirigió Octavio Getino en 1972. Dicho filme tuvo su primera emisión pública televisiva en Italia, en 1973, a través de la RAI, y se estrenó en salas comerciales en Buenos Aires a finales de 1975. Allí permaneció durantre dos semanas en lo que fue el cine "Libertador" y otras dos en el "Auditorio Kraft". El atentado con una bomba contra esta última sala interrumpió entonces su exhibición pública en el país.

IV Congreso Iberoamericano de Cultura

Entre los días 15 y 17 de septiembre se realizará en Mar del Plata el IV Congreso Iberoamericano de Cultura del cual participarán organizaciones sociales y culturales, creadores, funcionarios, productores y gestores culturales de toda la región. Octavio Getino ha sido invitado a participar del mismo en la llamada "Reunión de Cofralandes Artes" -a decir de Violeta Parra, Cofralandes es "la tierra donde todo puede suceder"- Su participación tendrá lugar los días 15 y 16 en Villa Victoria, Mar del Plata. Los anteriores Congresos se llevaron a cabo en Ciudad de México, Sao Paulo (Brasil) y Medellin (Colombia).

miércoles, 13 de julio de 2011

III ENCUENTRO DE DOCUMENTALISTAS LATINOAMERICANOS Y DEL CARIBE-SIGLO XXI

Un tercer encuentro de documentalistas de la región, convocado por organizaciones representativas de más de 20 países de la región, y que contó con el apoyo del INCAA, la Cancillería argentina y otras instituciones locales, además de instituciones latinoamericanas como la FNCL, se llevó a cabo en Buenos Aires, entre los días 6 al 9 de julio, adoptando como cenema central de los debates "Superar las Asimetrías, promover la integración". Más de un centenar de cineastas y gestores del cine y el audiovisual compartieron este evento, con personalidades altamente reconocidas de la realización y la difusión de obras documentales de casi todos los países de América Latina y el Caribe, como fueron, entre los diversos expositores, Víctor Luckert y Edmundo Aray de Venezuela; Arnold Antonin de Haití; Alejandro Legaspi, de Perú; Demetrio Nina Santos, director del CONACINE de Bolivia; Orlando Senna, de Brasil, reponsable de DocTV; María Lourdes Cortés, de CINERGIA, Costa Rica; Marta Rodriguez y Oscar Campos, de Colombia; Marcelo Céspedes y Marcelo Pérez, de Argentina;  Pepe Yepez y Marcela Doyler, de Ecuador; Alexandra Galvis, de Chile,  y una destacada delegación de los cineastas de Cuba. Liliana Mazure inauguró el encuentro destacando el empeño del INCAA en fomentar este tipo de actividades, y estuvo acompañada, entre otros, por organizadores del mismo, tal los casos de Humberto Ríos y Dolores Miconi, integrante de un equipo más amplio que trabajó a lo largo de varios meses en la concreción del evento. A Octavio Getino, quien representó a la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, le tocó coordinar uno de los paneles del Encuentro destinado a tratar el tema de las asimetrías regionales cuya superación resulta indispensable para la integración del documental cinematográfico y audiovisual latinoamericano.

SEGUNDO SEMINARIO BRASIL-ARGENTINA DE ESTUDIOS DE CINE

Entre los días 30 de junio y 1 de julio se realizó en Buenos Aires, en la Fundación Centro de Estudios Brasileros, la segunda edición de este Seminario -la primera tuvo lugar en Campinas, Brasil, en 2009- destinado a tratar los estudios académicos existentes sobre las cinematografías de ambos países con el lema "Conocer para Integrar". Participó como organizador del evento el Instituto de Ciencias Antropológicas de UBA-CONICET. Octavio Getino integró un panel dedicado a evaluar la situación de las relaciones en el espacio audiovisual mercosureño y estuvo acompañado de los investigadores brasileños André Gatti (Universidade Ahembi-Morunbi, SP) y Arthur Autran (UFSAR-FAPESP), y los argentinos Aída Quintar y José Borello de la Universidad Nacional General Sarmiento (UNGSM).

martes, 12 de julio de 2011

El Familiar - Parte 1 de 7

El Familiar - Parte 2 de 7

El Familiar - Parte 3 de 7

El Familiar - Parte 4 de 7

El Familiar - Parte 5 de 7

El Familiar - Parte 6 de 7

El Familiar - Parte 7 de 7

miércoles, 22 de junio de 2011

ENTREVISTA A OCTAVIO GETINO SOBRE V FESTIVAL DE CINE DE VIÑA DEL MAR

En Boletín ReDOC XXI - III Encuentro de Documentalistas de América Latina y el Caribe/Siglo XXI. Buenos Aires, 6-9 julio 2011

VIÑA DEL MAR 1967: PLATAFORMA DE DESPEGUE PARA EL DOCUMENTAL LATINOAMERICANO

Octavio Getino, es una figura clave del cine documental y fue uno de los cineastas movilizados que participó en el V Festival de Cine de Viña del Mar en el año 1967, donde la comunidad audiovisual de todo el cono sur se reunió por primera vez para debatir política y socialmente el documental latinoamericano y reconocer además la necesidad de encontrarse y organizarse a escala regional.

¿En qué contexto se encontraba la producción de cine documental en Latinoamérica en el ‘67?
La producción de documentales era poco representativa de la producción audiovisual de cada país, salvo la experiencia cubana donde ese formato tenía mucho respaldo del ICAIC, por la política que llevaba a cabo el gobierno de la isla para promover información sobre América Latina y el Tercer Mundo.
Los pocos documentales existentes en el continente procedían de iniciativas muy personales y casi heroicas, lo que no reducía de ningún modo el interés por los mismos, pero lo enmarcaba en la problemática mayor que era la de plantearse alternativas para el desarrollo de cinematografías que pudieran expresar de mejor manera a nuestros pueblos. A la vez que a cada uno de nosotros, como cineastas.
No existían en esa época festivales o lugares habituales de encuentro entre los cineastas de la región, sobre todo en los más jóvenes, y los escasos puntos de diálogo se daban en algunos festivales europeos en Italia, Alemania, Francia, Checoslovaquia, URSS, España.

¿Con qué expectativas fueron los cineastas argentinos al encuentro en Viña del Mar?
No queríamos ni conseguir productores, ni premios, ni reconocimientos institucionales, ni compromisos para la comercialización de nuestras películas, fueran cortos o largometrajes, de ficción, de animación o documentales. Teníamos una necesidad de lograr un encuentro directo e interpersonal con aquéllos que en distintos países latinoamericanos intentábamos producir y realizar nuestros primeros trabajos.
Era algo muy inusual para nosotros, una nueva generación de cineastas, cortometrajistas, documentalistas y estudiantes de países donde casi no existían escuelas de cine y que además no disponíamos de recursos económicos ni de ayudas oficiales para desplazamientos u hotelería. De todos modos, lo asumíamos como una verdadera fiesta.
Además podríamos charlar con figuras a las que admirábamos, como eran entonces los cineastas que venían de la Revolución Cubana, o de las experiencias del "Cinema Novo" de Brasil, o los que ya tenían obras de, al menos para nosotros, reconocida importancia en países vecinos, como Bolivia, Chile e incluso Uruguay.
Esa necesidad de encuentro y debate que se generaba entre colegas de la producción documental también se trasladó al cine en general…
Aunque lo documental pesaba en buena parte de los presentes, el tema mayor de debate no era documental o ficción, sino qué tipo de cine pensábamos producir para lograr una comunicación mayor con cada una de nuestras comunidades nacionales y para intercambiar la producción a escala regional. Era un debate inclusivo donde el cortometraje importaba tanto como el largo y la ficción, como el documento filmado.

¿Cómo fueron esos debates?
Había debates pasionales, intensos, fue por momentos tensionado, poco organizados y reglamentados, salvo cuando aparecían las figuras más representativas del ICAIC o de Chile Films.
Antes que acatar la uniformidad, cada realizador ponía sobre el tapete sus ideas sobre la manera de insertarse en el cine industrial y comercial de cada país, con vocación de crear polos de desarrollo productivos y sostenibles a escala nacional, o de transgredir las situaciones imperantes buscando circuitos alternativos y resistenciales.
Recuerdo que cada delegación o grupo participante aportó al encuentro una descripción sobre las circunstancias predominantes en el cine de su país (datos, cifras, legislación) y eso permitió un mayor conocimiento de lo que estaba sucediendo en la región.

¿Cuáles fueron las principales conclusiones de Viña y qué consecuencias provocaron en la región?
El único documento que surgió en ese "Primer Encuentro de Cineastas Latinoamericanos" hace referencias a los cortometrajes y a los largometrajes, pero no enfatiza en ningún género o formato, sino que se propone crear un "Centro Latinoamericano del Nuevo Cine, que reunirá a los movimientos del Nuevo Cine Independiente de cada país de América Latina". Lo cierto es que el diálogo, el debate interno fue una base de partida para el reconocimiento de la existencia de un nuevo cine en la región y para los encuentros que comenzaron a desarrollarse desde entonces en Mérida, Brasilia, Río de Janeiro, Quito, Caracas, Cartagena, México, La Habana, hasta llegar a conformarse, lo que se llamó el "Comité de Cineastas de América Latina".
Pero incluso en las resoluciones que suscribieron quienes participaron de la creación de dicho Comité, en Caracas (1974), no aparece nada referido al cine documental, sino a la necesidad de "examinar y discutir la problemática del cine latinoamericano" en el marco de regímenes dictatoriales y de la penetración y ideológica del imperialismo en los medios y las culturas nacionales.

Por último, ¿Qué otra reunión destacaría como fundacional del movimiento de documentalistas Latinoamericanos?
Cuando nos reunimos en el Festival de La Habana en 1987, se generó un documento que además de rendir homenaje a Viña del Mar ("A 20 años de Viña del Mar") se proponía convocar a un encuentro entre cineastas, teleastas y videoastas, con el fin de construir conjuntamente lo que entonces bautizamos como "Espacio Audiovisual Latinoamericano". Un espacio en el que cabrían las distintas tecnologías, los géneros, los formatos y las más diversas formas de expresión audiovisual, cada vez más interconectadas, y en dónde, la manifestación del documentalismo regional, podría encontrar, como sucede hoy en día, nuevas y muy diversas formas de inserción y desarrollo.

sábado, 4 de junio de 2011

NOTAS SOBRE EL RECIENTE CINE ARGENTINO

Octavio Getino

(Respuestas para un dossier de la revista “Tierra en Trance”. Junio 2011)

1 ¿Cuál es su evaluación del cine argentino durante los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández?

Altamente positiva en la medida que, gracias a la asistencia estatal en el fomento cinematográfico, al elevado número de nuevos realizadores, y a la existencia de nuevas tecnologías audiovisuales, como la digitalización, se incrementó la producción -y en menor medida, la divulgación- de obras cinematográficas en el país, inclusive en regiones y sectores sociales que hasta hace muy pocos años carecían de imágenes fílmicas que los expresaran. Esto se tradujo también un desarrollo de la diversidad productiva, tanto desde el punto de vista ideológico-conceptual, como de la experimentación de formatos, narrativas y estéticas, acordes con la visión de cada realizador. Una situación realmente novedosa donde han comenzado a expresarse imaginarios y propuestas vinculadas particularmente a las nuevas expectativas y miradas de las generaciones más recientes de cineastas y audiovisualistas.

2 ¿Cómo evalúa el trabajo del INCAA?

Es evidente que la labor del INCAA no puede ser analizada al margen de lo que ha venido sucediendo en materia de nuevas políticas para la democratización de los medios y para que estos puedan expresar realmente las demandas -explícitas o no- de la ciudadanía. Recuerdo que algo más de veinte años atrás, en 1989, cuando casi un centenar de cineastas suscribimos un manifiesto para la creación de lo que llamamos "Espacio Audiovisual Nacional", o bien cuando poco después, en 1990, convocamos en el entonces INC a la primera reunión de representantes del cine, la televisión y el video para instalar una "Comisión Asesora Honoraria del Espacio Audiovisual", tales tentativas carecían de un contexto político nacional, y también cultural -sobre todo en el ánimo de muchos cineastas- para que tales iniciativas pudieran hacerse realidad. Sin embargo, los cambios ocurridos en la primera década de este siglo posibilitaron un mayor acercamiento, intercambio y actividades coproductivas en el sector cinematográfico y audiovisual, sobre el que se asienta el trabajo del INCAA. Promoción regional del cine y de nuevos realizadores, fortalecimiento de las relaciones con otros países de América Latina y el mundo, desarrollo de nuevos espacios de circulación y difusión, y sólidos acuerdos para trabajar conjuntamente con los viejos o nuevos sistemas del audiovisual, son méritos del INCAA, a la luz de los que corresponden a la nueva política comunicacional en la que están inmersos distintos proyectos del Estado argentino (Léase, por ejemplo, la reciente Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual). Pero como, suele decirse, aunque algo esté bien, ese algo puede estar aún mejor, y por ello pienso que se hace cada vez más necesario complementar o reforzar esas políticas con líneas de actividad poco desarrolladas todavía, como son las de investigar, estudiar y poner al servicio de todos los cineastas aquello que está ocurriendo con nuestro cine –tanto en lo cultural como en lo industrial/comercial- dentro del país y fuera de él; mejorar y ampliar sustancialmente los circuitos de difusión del cine nacional, latinoamericano y de calidad de cualquier parte del mundo, creando espacios socioculturales de encuentros y diálogo -no solo para pasar películas- en los que se convoque a participar protagónicamente a las nuevas generaciones; y promover la formación crítica de nuevos públicos para el cine y el audiovisual -labor que compete a un accionar conjunto de Educación, Cultura, Medios y Desarrollo- ya que sin esa labor formativa no podrá crecer la "libertad de elección" de los públicos -para que cada uno elija libremente por lo que conoce y no por lo que ignora- algo que me parece tanto o más importante que la "libertad de expresión" de los cineastas.

3 ¿Qué películas son las más representativas del período 2003-2011? ¿Que características las aúnan y cuales las diferencian?

Entre los cientos de títulos estrenados en el último período, resultaría arbitrario nominar a las que son más o menos representativas del cine nacional. Sin embargo aparecen algunos títulos que, personalmente, creo representan de algún modo al cine de estos últimos años. Pienso por ejemplo, en documentales como Raymundo, Los rubios, H.I.J.O.S el alma en dos, Yo no sé que han hecho tus ojos, Cándido López, Trelew, Pulqui o Argentina latente, que entre un número más amplio de films de ese género, han ilustrado -con miradas muy personales y creativas- buena parte de la problemática y la memoria de los argentinos, es decir, de la cultura nacional (los que a su vez hubieran sido prácticamente inconcebibles en décadas anteriores). Y en el caso de la ficción, creo que la cantidad y la diversidad experimentadas en el último período, no tienen casi parangón alguno con lo que es propio de las cinematografías de muchos otros países. En este sentido aparecen películas de muy diferente género que antes que mostrar antagonismos se complementan en una búsqueda compartida para expresar -o intentar hacerlo- los cambios culturales de los últimos años, aquellos que incidieron también en la recuperación de una memoria histórica. En general, muchos de ellos se orientan a establecer una comunicación más o menos fluida con el público nacional, sin perder la vocación de expresión autoral. Recuerdo, por ejemplo, El secreto de sus ojos, La niña santa, Iluminados por el fuego, El abrazo partido, Carancho, El aura, Monobloc, El hombre de al lado o La Revolución es un sueño eterno. Es un listado que podría fácilmente extenderse sobre otros títulos, y que marca a estos últimos años como uno de los períodos más fecundos de la historia del cine nacional, tanto por las características que los aúnan -la búsqueda de un interlocutor local, a partir de que la historia del cine y el audiovisual indican que ninguna obra, o casi ninguna, ha logrado éxitos reales en otros territorios si previamente no los tuvo en el propio-, como por las que los diferencian, dentro de lo cual aparecen títulos de rigor casi investigativo y experimental, que, aunque no logren impacto en el mercado, contribuirán sin duda a la construcción de una cinematografía más representativa de lo identitario-diverso que caracteriza a nuestra (o nuestras) culturas.

4 ¿Cree que existen modos de producción o representación, comunes o característicos de esta era?

El cine es el medio de expresión artística y comunicacional más condicionado por los cambios que se producen en la ciencia y la tecnología. No olvidemos que las obras cinematográficas recién aparecieron con la Revolución Industrial -las literarias o musicales, por ejemplo, no necesitaron de la existencia de industrias del libro o del disco- y esto incide fuertemente en los modos de producción, comercialización y de representación. Nunca como en nuestros días se han registrado tanta cantidad de imágenes fijas o en movimiento. Ello habla de las enormes y diversas posibilidades en este campo para las empresas, los autores, las organizaciones sociales y el propio Estado. Las innovaciones tecnológicas, junto con los cambios institucionales y políticos, abren sin duda espacios de comunicación audiovisual, cuyos horizontes no parecen tener, al menos hasta el momento, límite alguno. La característica común de esta era, es la aparición de una ciudadanía audiovisual, la cual requiere de acciones políticas y sociales que la haga realmente participativa, creativa y democrática, al margen de los modos de producción o de las tecnologías que se requieran para ello.

lunes, 11 de abril de 2011

POR QUÉ FILMO

Por Octavio Getino

Encuesta de la Revista de Cine y Artes Audiovisuales – http://www.grupokane.com.ar/ - Febrero 2011

Filmo, o he filmado cuando me tocó hacerlo, con la misma vocación personal con que hice o hago otras cosas en la vida, simplemente para expresar a través de imágenes en movimiento mis ideas, sentimientos y sueños, para que la realidad que me toca -y nos toca- vivir, cambie, y el cambio sea para mejor y para todos. Incluyendo en esto los propios recursos comunicacionales y expresivos (contenidos, estéticas y técnicas) que uno pueda utilizar en cada caso.

Cuando he filmado, como cuando he participado de otras actividades en la cultura y los medios, estuve guiado siempre por la idea de que para crear situaciones nuevas y superiores en la realidad –cambiarla en suma- uno debe acudir sin duda a las viejas o no tan viejas herramientas, pero con el propósito de contribuir a su reformulación crítica o a inventar otras nuevas que estén a la altura de lo que se pretende. Y esto también será distinto según el tiempo, el territorio y los destinatarios de cada uno de nuestras obras. De cualquier modo, el cómo nos expresamos, las formas que utilicemos para ello, es cada vez más el qué de lo que cada uno se propone. Lo demás pueden ser buenas intenciones, pero las más de las veces, ellas resultan accesorias y prescindibles.

Cabe agregar también que el hecho de filmar para proyectar en los demás lo que uno ha filmado, no es, o al menos no lo ha sido nunca en mi caso, un acto autista, sino un desafío comunicacional -tentativamente de carácter social y popular-, en el que el otro o los otros, es decir los destinatarios o usuarios de mi obra, puedan sentirse involucrados. Involucrados, a la vez que tensionados, porque lo que uno ha intentado siempre en las pocas cosas que ha producido, no es tanto convalidar pasivamente las demandas explícitas del espectador, sino aquellas otras, a menudo inconscientes o poco claras, para que algo cambie en aquel -siempre para mejor, sea en sus ideas, sentimientos o sueños- cuando la película concluye. Porque es también una manera de que la película se continúe y se resignifique a través de los demás.

Sin olvidar nunca que, a fin de cuentas, un autor, un cineasta o un comunicador social simplemente propone a partir de lo que ha extraído y reelaborado de su realidad -la que le es personal y propia y la que ha internalizado de sus semejantes-, pero es siempre el espectador o el usuario, el que dispone sobre el sentido y valor de cada propuesta de acuerdo con el universo de las experiencias socioculturales de cada uno. Aquellas que, desde un elemental sentido social y ético se intentan ampliar con un film, devolviéndoles a los demás algo de lo que ellos nos han entregado -a menudo "sin querer queriendo"- pero enriquecido con el valor agregado que, como autores intentamos aportar desde nuestras particulares miradas.

viernes, 8 de abril de 2011

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE SOCIAL DE CONCORDIA

Entre los días 1 y 10 de abril se llevó a cabo el I Festival Internacional de Cine Social de Concordia (Entre Ríos, Argentina), con la finalidad de "democratizar la cultura audiovisual, despertar conciencias, sensibilizar espíritus e impulsar energías para la transformación social". Durante el mismo se exhibieron unos 70 filmes de distintas procedencias, relacionados con las temáticas de Trabajo, Violencia, Vivienda, Género, Identidad, Pueblos Originarios y Medios Alternativos de Comunicación. El evento, que contó con la colaboración de la Dirección de Cultura de la Ciudad, el INCAA, FNA, el Instituto Audiovisual de Entre Rios, SICA, FADU y otras instituciones, desarrolló también actividades con escuelas primarias y secundarias y convocó a distintos talleres de realización cinematográfica.
Invitado a participar del mismo, Octavio Getino dictó una conferencia el día 5 en el Teatro Auditorium de la ciudad sobre las relaciones del cine con el espacio social y cultural nacional y latinoamericano. Asimismo, en un encuentro al que fue convocado por el Presidente Municipal, Gustavo Bordet, éste procedió a entregarle copia de un Decreto por el cual se lo declaró "Huesped de Honor de la Ciudad por su destacada trayectoria y por el valioso aporte con el cual honra a la ciudad con su presencia en el Festival Internacional de Cine Social de Concordia".

viernes, 18 de marzo de 2011

FRENTE A LA CAMPAÑA “BUITRERA” CONTRA LAS ORGANIZACIONES SINDICALES

Por Octavio Getino

Hay temas actuales en los que el silencio equivale a complicidad. Por ello creo que resulta legítimo exponer lo que se piensa y se siente aunque sea en términos meramente individuales.
La decisión de importantes sindicatos nucleados en la CGT de realizar un paro y una movilización –luego, felizmente, suspendidos- frente a la creciente campaña que intenta confundir a la población sobre el rol que cabe a esas organizaciones, no sólo merece ser respaldada por el conjunto del movimiento obrero organizado sino también por todos aquellos sectores de la comunidad que estén resueltos a defender los elementales derechos sociales y democráticos de los trabajadores, que es hacerlo también con los intereses de la nación argentina.
No se trata de ningún modo de un conflicto ni un “apriete” frente al gobierno nacional, una de cuyas bases principales de sustentación la constituye la inmensa mayoría de los trabajadores, sino de un gesto destinado a poner sobre el tapete la campaña que hoy ha recrudecido nuevamente contra diversas organizaciones sindicales y sus dirigentes. Campaña en la cual están comprometidos los sectores del campo político y económico que conforman lo que llamamos “buitrecracia”, una confabulación que integran tanto la ultraderecha como la ultraizquierda y el ultracentro –más poderoso que los anteriores-, impulsada y protagonizada por las grandes corporaciones mediáticas y sus personeros y escribas. Un nefasto sector residual de la comunidad que a diferencia de la “gorilocracia” de los años 50 y 60 ya no se contenta con intentar someter a los sindicatos y a los trabajadores a los intereses de quienes desde adentro y desde afuera usufrutuan las riquezas del país, sino que cada vez más necesitan alimentarse de la carroña existente o a inventarse, y allí donde ella no exista, de crearla ya que de ese alimento depende su sobrevivencia.
Denunciamos esta situación, más aun cuando los empresarios de los medios dominantes y antidemocráticos, junto con sus escribas, opinólogos y políticos cómplices, producen y diseminan una verdadera radioactividad mediática que atenta contra una auténtica democracia comunicacional y contra la cultura de los argentinos.  Una situación grave que recuerda la de otras épocas vividas en el país, pero que ahora se basa en la manipulación mediática y en la desvergüenza de muchos aspirantes a ocupar algún espacio de poder político en los próximos meses, con la finalidad de poner trabas mayores al proyecto nacional, democrático y social que encarna actualmente la presidenta de la Nación y las organizaciones sociales que lo respaldan, dentro de las cuales, su columna vertebral es hoy, como siempre, el movimiento obrero organizado. Y al sostener tal afirmación, no se pretende encubrir aquellos vicios y limitaciones que históricamente han estado también presentes en muchas organizaciones y en numerosos dirigentes –y que deben ser juzgados antes que nadie por los propios trabajadores- sino que se trata de alimentar la memoria de todos y en particular de las nuevas generaciones. Simplemente para recordar que la principal, y a veces única, institución que desde siempre puso el pecho para defender la justicia social, la democracia y la soberanía nacional, estuvo y sigue estando representada por las organizaciones de los trabajadores y sus centrales sindicales. No fueron las organizaciones empresariales, ni la mayor parte de los partidos políticos, ni los representantes del poder judicial, ni los medios de comunicación hegemónicos, ni mucho menos la iglesia o las fuerzas armadas, quienes como instituciones se pusieron al frente en cualquiera de las dramáticas crisis que vivió el país en el último siglo. Correspondió a los sindicatos y ahora a su CGT plantarse frente a los enemigos internos y externos del país cuando las circunstancias lo requerían y ello explica de nuevo en nuestros días las repetidas campañas contra quienes mal o bien representan a los trabajadores organizados.
Que nadie se equivoque. Tales campañas no están destinadas a destruir a una dirección sindical u otra para hacer verdadera justicia, sino que pretenden  destruir o maniatar a la institución más poderosa que han generado los trabajadores organizados, con sus luchas, resistencias y mártires, para defender los intereses de las grandes mayorías.
Ello reclama entonces, de la defensa –no ingenua ni obsecuente, sino crítica- de esta institución nacional y social y de los derechos que le son propios, dejando en manos de los trabajadores la decisión sobre el accionar de sus propios dirigentes, para que confirmen a quienes se lo merecen y juzguen crítica y duramente a quienes se valen  de su posición para apropiarse de los derechos e intereses de sus representados.
Son decisiones que corresponden a los propios trabajadores, tanto por los nuevos derechos que han adquirido recientemente, como por aquellos que supieron y lograron conquistar a través de una larga historia de resistencias y luchas en las que estuvo en juego la dignidad del país y de su pueblo. Que nadie quiera ponerles palos en la rueda –sería como hacerlo con el propio gobierno nacional que hoy también los representa- y que menos intente hacerlo, la “buitrería” a la que nos hemos referido –en particular la mediática-, ya  que lo único que ella pretende es seguir alimentándose de la mayor cantidad de carroña allí donde esta pueda encontrarse, a la vez que de generarla y acrecentarla día tras día, para perjuicio de los argentinos.

Buenos Aires, 18 de marzo de 2011.

martes, 8 de febrero de 2011

MEDIOS DE COMUNICACION SOCIAL Y LIBERACION NACIONAL

Octavio Getino (1975)

Este trabajo es el resultado de estudios, conferencias, dictado de clases y actividades desarrolladas por el autor entre 1974 y 1975, durante la transición del momento democrático iniciado en el ´73 y el de la dictadura cívico-militar impuesta en el ´76.
Se sube ahora a este blog porque alguno de sus planteamientos y propuestas podrían tener vigencia en esta nueva etapa, a la vez que son un antecedente de los trabajos que el autor realizó a partir de su exilio en Perú y México entre 1976 y 1988.

Introducción

Nadie duda hoy de la importancia que tienen los medios de comunicación social, sea para el desarrollo de los pueblos o para su relegamiento.

domingo, 26 de diciembre de 2010

EL CINE EN LA COOPERACION IBEROAMERICANA

EL CINE EN LA COOPERACION IBEROAMERICANA


Octavio Getino

(Ponencia para Seminario “La cooperación Cultura-Comunicación en Iberoamérica”, OII-AECID, Madrid, marzo 2007).

En ningún otro campo de la cultura y los medios aparecen hasta el momento iniciativas políticas por parte de los gobiernos, respaldadas o coparticipadas con los principales agentes privados y sociales del sector, como las que, por su importancia, siguen existiendo en las cinematografías locales. Una prueba de ello es la dimensión que se ha dado a la misma en este Seminario Internacional y cuyas conclusiones deberían servir precisamente para reforzar o mejorar esa capacidad regulatoria y de fomento de los organismos nacionales a favor de la producción y circulación de imágenes propias.

A DIEZ AÑOS DE “HACIA UN TERCER CINE” (1979)

A diez años de "Hacia un Tercer Cine", de Octavio Getino.

(Publicado originalmente en “Textos Breves 2”, Filmoteca UNAM, México, 1979)

Algunas observaciones sobre el concepto del “Tercer Cine”

1. Antecedentes

En el mes de marzo de 1969 apareció publicado en la revista “Cine Cubano” un reportaje a integrantes del grupo Cine Liberación en el que por primera vez se hacía referencia al Tercer Cine.

Sosteníamos entonces: “Se abre la necesidad de un Tercer Cine, de un cine que no caiga en la trampa del diálogo con quienes no se puede dialogar, de un cine de agresión, de un cine que salga a quebrar la irracionalidad dominante que le precedió: de un Cine Acción. Lo cual no significa que el cineasta deba abordar excluyentemente el tema de la revolución o de la lucha política, pero sí que ahonde en profundidad en cualquier aspecto de la vida del hombre latinoamericano, porque de hacerlo así tendrá que alcanzar de algún modo aquellas categorías de conocimiento, investigación y movilización de las que hablábamos. Es este cine, por conciencia y esencia revolucionario, el que tendrá que recurrir y por lo tanto inventar lenguajes, ahora sí realmente nuevos, para una nueva conciencia y una nueva realidad. Lejos de ser la negación retrógrada de las estructuras, formas o conceptos aportados por el llamado “Nuevo Cine”, este Tercer Cine habrá de aprovecharlas, contenerlas y negarlas, sintetizarlas finalmente detrás de una perspectiva mayor, detrás de la única originalidad posible[1].

viernes, 24 de diciembre de 2010

La hora de los hornos (Parte I). Fragmento 1.

La hora de los hornos (Parte I). Fragmento 2.

La hora de los hornos (Parte I). Fragmento 3.

La hora de los hornos (Parte I). Fragmento 4.

La hora de los hornos (Parte I). Fragmento 5.

La hora de los hornos (Parte I). Fragmento 6.

La hora de los hornos (Parte I). Fragmento 7.

La hora de los hornos (Parte I). Fragmento 8.

La hora de los hornos (Parte II). Fragmento 1.

La hora de los hornos (Parte II). Fragmento 2.