Octavio Getino
De una entrevista con Radio Nacional, programa "Manivela", 27 octubre 2010, 23,30 hs.
La noticia del fallecimiento de Kirchner me golpeó fuertemente como a millones de argentinos. No la esperaba. En un primer momento me hizo recordar otras dos noticias también históricas que me conmovieron años atrás. Una fue la del triunfo de la Libertadora y el exilio de Perón en el 55. Días de garúa y enorme tristeza en los barrios del sur del conurbano donde entonces yo vivía. Otra fue la de la muerte de Perón en el 74. Pero en un segundo momento percibí que las situaciones de aquellas dolorosas jornadas y la de hoy, tenían una gran diferencia. Entonces, tras esos duros golpes sufridos por el país y por nuestro pueblo, sólo quedaba una certeza incomensurable: la de una dictadura y un gorilaje haciéndose del poder en 1955 e instalando desde entonces el terror y el miedo, y la de una mujer, en 1974, cómplice con su López Rega de las primeras matanzas de militantes que inauguraron el genocidio social, económico, político y humano del Proceso. Ese gran tsunami del cual aun no nos hemos repuesto totalmente.
Hoy, en cambio, quienes salimos a las calles en todo el país lo hicimos con una certeza totalmente distinta. La de que “no nos han vencido”, como se cantaba en muchos estribillos y se bailaba entre aplausos y bombos, y la de que Cristina y su gobierno, así como el contundente respaldo de los trabajadores y las organizaciones sociales movilizadas, serán una garantía para darle continuidad al proyecto que se inició siete años atrás.
Como decía Perón, cuando el pueblo se moviliza y gana las calles, muy difícilmente puedan vencerlo las fuerzas antipopulares y antinacionales, incluso las que suplen a las fuerzas armadas disparando sus andanadas mediáticas. Y eso es tan cierto que hoy, ni esas fuerzas, ni su reencarnación en un “buitraje” que va desde los fondos buitres internacionales y locales, a los políticos buitres de nuestro país –sin distinción de signo ideológico- y los medios, los intelectuales y los comunicólogos buitres, podrán imponerse a la decisión democrática popular. Por más carroña que quieran instalar y por más carroña que necesiten para subsistir. Por eso los militantes tanto peronistas como de otros signos, los ciudadanos independientes y esa inmensa masa de compatriotas que salió hoy a las calles, vivía, junto con el dolor y la tristeza, la vocación y, llamémoslo, la “alegría” -¿por qué no?- de sentirse, ante la muerte, tanto o más fuertes que nunca. Porque cuando un militante cae, como cayó Néstor Kirchner, aparece, como ocurre en estos días, una inmensa cantidad de ciudadanos y militantes que continúan su obra. Con la misma voluntad y la misma, o mayor, lucidez y fuerza. Esto no sucedía en las jornadas que uno vivió en el 55 ni en el 74. Por eso, la consigna que más me tocó la cabeza y el corazón, fue esa de “Néstor, como Perón, vive. Cristina, como el pueblo, lo continúa”. Así sea.
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