lunes, 14 de junio de 2010

ECONOMIA Y CULTURA EN LA ARGENTINA (*)

(La importancia de lo intangible)

Por Octavio Getino 

Nota: En junio de 2000, los Ministros de Cultura del MERCOSUR aprobaron en Buenos Aires la realización de un Estudio de la “Incidencia Económica y Social de las Industrias Culturales” en la región. La finalidad del mismo era proponer cambios en la Legislación para el desarrollo del sector y de los intercambios culturales; creación de un Observatorio Cultural MERCOSUR, e implementación de Sistemas de Información Macroeconómica y Social y Cuentas Satélites de Cultura, en coordinación con el sector Economía y los Sistemas Nacionales de Estadística y Censos.

Participaron de la Etapa Preparatoria del Proyecto, Octavio Getino, por Argentina, como Coordinador Regional de los trabajos preliminares; Gabriel Omar Alvarez, por Brasil, y Rubén Loza, por Uruguay, además de contar con la colaboración de la División Cultura del Gobierno de Chile y del Viceministerio de Cultura y Deportes de Bolivia.
Lo que sigue son fragmentos de algunos de los temas abordados en la Etapa Preparatoria, que fue ratificada por parte de otra Reunión de Ministros de Cultura celebrada en Montevideo a fines de 2001.

Gasto Privado e Inversión Pública en el sector Cultura
El Gasto Privado de los hogares argentinos en el rubro “esparcimiento y cultura”, representaba en 1996-1997, el 8,03% del gasto total mensual, según la Encuesta Nacional de Gastos de Hogares, del INDEC. En dicho rubro se incluyen gastos hogareños destinados a la adquisición de equipos y de uso de servicios de las industrias culturales y de la comunicación, y también de actividades propias del entretenimiento y del “tiempo libre”.
Cabe resaltar que el mercado potencial del consumo cultural varía sustancialmente entre unas provincias y otras, según sus niveles de desarrollo socioeconómico, educativo y cultural. Así, por ejemplo, dicho mercado está conformado en la Ciudad de Buenos Aires, por 3 millones de habitantes, a los que pueden agregarse otros 9 millones del conurbano. Pero que, mientras en la Ciudad, predomina un mercado de clase media y alta, representado por el 72% de la población capitalina, en el Gran Buenos Aires, dicha población es de apenas el 30%, correspondiendo el 70% restante a sectores de menor nivel económico y educativo.
Si se estima que el ingreso medio mensual de la población en el período 1996-1997 era, de acuerdo a la Encuesta referida, de 864,45 pesos (dólares), dicho gasto representaba en cada hogar un promedio de 69,41 pesos por mes, equivalente a 832,92 pesos al año.
Estimándose para ese período un total de 8,1 millones de hogares registrados, el gasto privado total en el rubro referido, fue de 6.746 millones de pesos.
Trasladando esos datos referenciales al año 2000, el total del gasto para dicho período habría sido de 9.761,1 millones, teniendo como base el mismo ingreso mensual medio e idéntico porcentaje de gasto. Es obvio que tanto uno como otro se han reducido en los últimos tres años, pero ello no desvirtúa significativamente el gasto privado anual referido. 
El desagregado de los gastos indica que, a nivel proyectivo, los gastos desagregados habrían sido en el 2000, de 1.040 millones de dólares en compra de equipos de televisión, audio y video; 1.346 millones en compra de libros, diarios y revistas; 3.292 millones en servicios de esparcimiento, que incluyen entradas a espectáculos deportivos, cine, teatro, conciertos, cuotas de TV de pago, clubes y espectáculos culturales; 2.411 millones en turismo, para los rubros de hotelería, alojamiento, paquetes y transporte; y 1.670 millones para compra de otros bienes de uso cultural y comunicacional, como equipos de cine y fotografía, discos, casetes, juegos y  artículos para deportes.
Si se estima que de dicho gato, un 10% se deriva como porcentaje medio al Estado, por impuestos, gravámenes, tasas o aranceles varios, la recaudación por dicho concepto se aproximó a los mil millones de dólares en el año 200.
El llamado Gasto Público en el sector Cultura, que incluye a las industrias culturales y de la comunicación, comprende los presupuestos de la Administración Nacional, de las administraciones provinciales y de los grandes municipios. Tal como se refiere en el “Primer Anuario de indicadores Culturales”, dicho gasto es difícil de determinar con precisión, debido a la descentralización que caracteriza al sector entre acciones del ámbito nacional, provincial y municipal, como a la imprecisión de los clasificadores de gastos del gobierno que generalmente incluyen a las actividades culturales conjuntamente con las educativas.
Al promediar el año 2000, el “crédito vigente” del Presupuesto aprobado se había reducido en la Secretaría de Cultura y Comunicación a 139,7 millones, de los cuales, 83,9 millones, el 60%, correspondía al área de Comunicación, referida como “Prensa” en dicho Presupuesto, donde se incluía a la agencia de noticias Telam. Los restantes 55,8 millones, el 40% del total, fue derivado a la Administración Nacional de Cultura, para sus diversas “Unidades Ejecutoras”, entre las cuales se destaca la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares (CONABIP), un organismo de fomento a la lectura y también a la industria del libro.
A esos 139,7 millones de “crédito vigente”, se agregaban los presupuestos de los organismos descentralizados del sector Cultura, como el INCAA, FNA, INT, etc. los que a su vez cuentan con ingresos propios procedentes de la prestación de servicios (venta de entradas, otorgamiento de créditos, alquiler de instalaciones, etc.).
En el año 2000, los ingresos de estos organismos alcanzaron la suma de 71,6 millones de dólares –aunque Economía se apropió de más de la mitad de los mismos, para fines ajenos al sector Cultura- una cifra que representó casi el 52% del Presupuesto con que contó la Administración Central de Cultura y Comunicación. De ese modo, “el financiamiento propio de los organismos descentralizados de Cultura adquiere sustancial relevancia pues cubre el 64% de los gastos totales del Gobierno Nacional en la finalidad (incluida la Secretaría), hecho que equivale afirmar que el 36% del gasto público de la Administración Nacional en Cultura es solventado con recursos del Tesoro”
Con relación al llamado Gasto Público no existen datos de los presupuestos provinciales en el sector Cultura para el 2000, pero pueden servir como referencia los existentes para 1997, procesados por Observatorio Cultural, los que antes que crecer, han tendido a reducirse en los últimos tres años.
El total del Gasto Público de las 23 provincias argentinas, más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fue de 179,1 millones, de los cuales, la Ciudad de Buenos Aires, participó con 159,8 millones.
El Gobierno de Ciudad de la Buenos Aires, destinó 159,8 y millones al sector Cultura, una cifra mayor a la de cualquiera otra provincia, e inclusive, superior a la de la Administración Central de la Secretaría de Cultura de la Nación.
El rubro empleo tropieza también con dificultades para su estudio, dado que  los clasificadores son imprecisos o poco confiables, si se tiene en cuenta que la mayor parte de quienes están dedicados a actividades técnicas, operativas o de producción artística y cultural, no figuran como “personal de planta”, y se encuentran en situación de trabajo “temporario” o de “contratos de servicios o de obra”.
El personal registrado en el 2000, en  la Secretaría de Cultura de la Nación, sin considerar los organismos descentralizados, era de 1.500 agentes, mientras que la de la Administración del sector cultural de la Ciudad de Buenos Aires, fue de aproximadamente 3 mil, la mitad de carácter temporario y la restante, “de planta”.
Esto hace suponer que el gasto público del sector, a escala nacional, incluyendo a los poderes ejecutivo y legislativo, sería cercano o superior a los 15 mil empleos permanentes o con contratos relativamente estables, sin considerar los de locación de obra.
Si se confronta la suma cercana a 1.000 millones de dólares que fue a parar al Estado en el año 2000, por impuestos, aranceles, tasas, etc. aplicados al Gasto Privado, con el total del Gasto Público (nacional, provincial, etc.) de algo menos a los 500 millones, la diferencia resultante, es decir, unos 500 millones, consiste en recursos con los que actividades, servicios e industrias culturales, financian al Estado mismo. Por lo cual, si tres o cuatro décadas atrás, podía afirmarse que “el Estado financia a la Cultura”, hoy, con el desarrollo de las industrias culturales y de la comunicación, es “la Cultura la que financia al Estado”.
IC: Balanza comercial
En materia de importaciones y exportaciones, los únicos registros disponibles son los que realiza la Aduana y el Instituto Nacional de Estadística y Censos, del Ministerio de Economía. Las cámaras empresariales carecen por lo general de esos datos o no están interesados en suministrarlos. Una de las pocas que lo hacía, sino la única, es la Cámara Argentina del Libro, proporcionando datos de volúmenes importados y exportados, aunque no montos de facturación. Sin embargo, desde 1994, los registros que lleva el INDEC en ese rubro han dejado de referirse a cantidades de libros que entran y salen del país, y suministra solamente el peso o el tonelaje de los mismos, como sucedería con cualquier materia prima. Y en el mejor de los casos, alguna información sobre la facturación declarada por las partes. Escapan, además, a estos registros estadísticos, numerosas operaciones de importación y exportación de bienes culturales, dada la característica particular con la que se intercambian o se transportan los mismos.
Es por ello que la información disponible se limita a cuantificar unidades o kilos de productos materiales y tangibles que están obligados a pasar por la Aduana. Incluso así, los sistemas estadísticos oficiales trabajan sin indicadores basados en una comprensión de la especificidad de los bienes culturales, por lo que los distintos rubros se confunden a menudo en nomencladores imprecisos o demasiado generales. Esto se debe, entre otras cosas, a que los sectores de Economía y Cultura no han celebrado hasta el momento acuerdos sobre los mismos con el fin de distinguir y dimensionar en términos cuantificables productos que, aunque de origen industrial, son claramente diferentes a los de otras industrias.
A los fines de una primera aproximación al tema de la Balanza Comercial de las industrias culturales argentinas, se seleccionaron 37 rubros, clasificándolos por Complejos Industriales (Editorial y Audiovisual), subdivididos además, en “productos (bienes) culturales” y “productos de las industrias de soporte e insumos”.
Considerando la totalidad de los rubros referidos, en el año 2000 se registraron importaciones por un monto de 2,2 mil millones y exportaciones por 146,7 millones, dólares FOB, lo cual se raduce en una balanza comercial negativa para el país de 2,0 mil millones de dólares.
Ello representó el 8,8% del total de las importaciones del país y el 0,5% de las exportaciones. En comparación con los intercambios realizados con los países del Mercosur, ellas fueron el 31,1% de las importaciones totales y el 7,7% de las exportaciones.
En términos de Balanza Comercial, también aquí el saldo fue negativo para la Argentina: 504,1 millones de dólares en las relaciones comerciales con los países miembros del Mercosur, y 539,1 millones de déficit si se incluyen los países asociados (Bolivia y Chile).
Los únicos países del Mercosur, con los cuales la Argentina logró una balanza comercial favorable, en los rubros antes referidos, fueron Uruguay (24,0 millones de dólares), Paraguay (12,3 millones) y Bolivia (1,2 millones). El déficit del intercambio se concentró en Brasil, con un saldo negativo para el país de 539,1 millones de dólares, y con Chile, 36,2 millones.
Las relaciones con otros países fueron generalmente negativas para las industrias argentinas en materia de nomencladores seleccionados: 451,1 millones de dólares de déficit en los intercambios con los Estados Unidos; 144,5 millones en los celebrados con México; 129,1 millones, con China Popular; 112,6 millones, con Japón; 118,1 millones, con Corea; y 112,9 millones, con España, entre los países con los que se mantiene un mayor intercambio en este campo.
Empleo en las IC
Si en el conjunto de la economía y del empleo resulta difícil obtener datos confiables que permitan configurar una visión más o menos objetiva de la realidad, esto se agrava en el sector cultural, por las características de temporalidad que tienen numerosos trabajos, como sucede en la televisión, el cine, la música grabada, publicaciones periódicas, servicios de producción y post-producción audiovisual, con técnicos, actores, artistas, intérpretes musicales, directores, guionistas, etc.
Tal como lo destaca la Dirección General de Estudios y Formulación de Políticas de Empleo del Ministerio de Trabajo, la base informativa sólo contiene los datos de puestos de trabajo que se encuentran en relación de dependencia, descartando otras modalidades existentes de contratación. Además, los empleos registrados en el SIJP son aquellos a los que se les realizaron los aportes jubilatorios correspondientes, excluyendo de este modo a un importante número de empleos que no se encuentran declarados.
Errores u omisiones en las declaraciones de los empleadores pueden mostrar también variaciones en el nivel de empleo que no se verifican en la realidad. Por ejemplo, los empleadores pueden rectificar sus declaraciones en un período retroactivo de hasta dos años. Cuando el empleador tiene sedes en más de una jurisdicción, algunas veces se producen errores en la asignación que pueden mostrar falsas caídas del empleo en un lugar y falsos aumentos en otro.
Para paliar en parte estas limitaciones en cuanto a cifras estadísticas confiables, el Ministerio ha procedido también a elaborar tasas de “empleo informal”, con base en ciertas estimaciones, de valor puramente referencial, según la índole de las actividades productivas.
Entre los datos procesados, se observa que el Complejo Editorial (libro y publicaciones periódicas) alcanza con sus 85,8 mil empleos, formales e informales, el 49,1% del total de los empleos registrados.
Asimismo, el Complejo Audiovisual (cine, radiodifusión, disco y video), lo hace con un total de 61.741 empleos, al 35,3% del conjunto. El 15% restante corresponde a los sectores de la publicidad y a los servicios de producción o de soporte de espectáculos y recitales musicales.
Los datos analizados permiten, en suma, establecer un total de 94,9 mil empleos “formales” para los los rubros referidos, y un total de 174,7 mil, si a los mismos se suman los de carácter “informal”.
De ese modo podría estimarse que el total de empleos formales en las industrias culturales y de la comunicación, al menos de un sector suficientemente demostrativo, representa el 1,34% sobre el total de personas ocupadas, estimado en 13 millones para el año 2000.
Dimensión comparativa de las IC
Si se estima un PIB global a precios de mercado del conjunto de las industrias culturales argentinas de, aproximadamente, 10 mil millones de dólares por año, ellas representan aproximadamente el 3% del PIB nacional, estimado en unos 280 mil millones de dólares, una cifra equivalente a la del conjunto de facturación de las industrias de productos alimenticios y bebidas (10,1 mil millones), ligeramente inferior al de la industria de la construcción (13,8 mil millones); siete veces más que la industria textil; cinco veces más que la industria de fabricación de automotores, remolques y semiremolques; un 30% menos que el total de lo producido por el conjunto de la agricultura, la ganadería y la silvicultura (14 mil millones), y cuatro veces menos que el total de la industria manufacturera (40 mil millones)
Con relación a la PEA, los datos referidos en el capítulo de “Empleo” señalan un total de 174,7 mil, entre los de carácter “formal” e “informal”. De ese modo, el total de empleos formales en las industrias culturales y de la comunicación, representaría el 1,34% sobre el total de personas ocupadas, estimado en 13 millones para el año 2000.
Esta participación en el PEA nacional es mayor aún, si se incluyen en el estudio datos de otros servicios y actividades, formales e informales, que exceden el campo de las industrias culturales y contribuyen a la dimensión económica y social de la cultura en su conjunto.

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